jueves, 5 de abril de 2012

Las letras más sinceras, más reales, de alguien existente, de atrás de Andrómeda; Corina.


Mis sentimientos son inestables, cambiantes, inmaduros, locos y rompen cualquier esquema. No sé porqué. Todavía ayer recordaba el color de sus ojos, hoy por más que intento, no puedo ni acordarme de la forma de sus labios. ¿De qué color era su piel? ¿Tal vez blanquísima o bronceada? ¿Cómo era su cabello, negro azabache, liso, rizado? ¿Qué frase me decía siempre? ¿Qué canción me cantaba en mis madrugadas? ¿Cómo era esa nariz suya que tanto me fascinaba? ¿Qué reacciones y pucheros me hacía? ¿Soñaba con tenerle cerca o lejos? ¿Lo amaba quizá? ¿Lo adoraba? ¡Ya no me acuerdo bien!

Una persona que significó tanto en mi vida, un día simplemente desapareció. Su ausencia fue difícil, el reto a superar más triste y suicida por el que he tenido que pasar hasta ahora. Cómo dolió. Lo amé con mis ojos, mis manos, mis labios, mis latidos, todos y cada uno de mis órganos, mis pestañas, mi pulso, mi espíritu, mi alma. Todo el amor habido y por haber, se lo ofrecí sin dudar. Ninguno de los dos fue culpable del final, aunque me costó tiempo y lágrimas comprenderlo, es que sencillamente no estábamos hechos para ser. A veces, por las noches, cuando me impongo a cerrar los ojos, me acuerdo de él, y sí, lo extraño, me urge tenerlo entre mis brazos, pero solo por las noches, he ahí mis desvelos. Pero amanece y no existe más, y empiezo a olvidar sus facciones, su forma de ser conmigo y con los demás, y ya no hiere. Su recuerdo empieza a hacerse borroso, y finalmente invisible. Todos los días es igual. No sé si algún día sea capaz de amar a alguien con la fuerza abrasadora con la que lo amé a él, y no son palabras superficiales, los años me respaldan, o quién sabe. No sé si llegue alguien a mi vida que me haga superar, nunca olvidar, sí superar. Mientras pase lo que tenga que pasar, quiero guardar este secreto dentro de mi cerebro, amarlo por las noches, olvidarlo por los días. ¿Será un problema acaso si no daño a nadie? ¡Esto me está matando lenta y suavemente! Y el sabor de la agonía es dulce, empalagoso, siniestro. El calor de su cuerpo junto al mío, se ha desvanecido, y su protección también. Ya es de noche nuevamente, imposible no pensarlo. Hay ocasiones en que creo que no puedo reemplazar su presencia. ¿En qué punto llegue a esto? ¿Pienso en él o no lo hago? ¡Joder! Lo único que sí sé, es que…en estas horas de sombras, oscuridad, y sueño, me hace falta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario